Valencina, antes llamada del Alcor, se encuentra situada en una meseta por donde el Guadalquivir discurrĆa antaƱo. .
El tĆ©rmino Valencina aparece por primera vez tras el repartimiento de Sevilla en la mitad del siglo XIII por el rey Fernando III. SegĆŗn el catedrĆ”tico de Historia Medieval D. Julio GonzĆ”lez en su obra Ā«El Repartimiento de SevillaĀ» publicado en 1951, las toponimias de origen romano se castellanizaron con terminaciones ina, ana, ena… AsĆ Valens – toponimio de un nĆŗcleo de población en torno a una villa romana- pasó a denominĆ”rsele Valencina, igual que Constans pasó a ser Constantina; Tursus, Tocina…
La segunda parte de su nombre, de la Concepción, fue aƱadida por acuerdo del Ayuntamiento, pues, segĆŗn la tradición, este pueblo fue el primero que reconoció la declaración dogmĆ”tica de la Inmaculada de la Concepción, que el Papa PĆo IX promulgó en Roma el dĆa 8 de Diciembre de 1854, pero se le comunicó reservadamente a la Infanta DoƱa MarĆa Luisa que residĆa en Sevilla, la cual se lo dijo a su confesor, el Padre Manolito, Franciscano, el cual, para festejar la distinción que suponĆa el que su pueblo conociera antes que ninguno la promulgación del dogma.
Por Resolución del Ministerio de la Gobernación, de 14 de Febrero de 1948, se autorizó el cambio de nombre por el de «Valencina de la Concepción».
La situación privilegiada de que goza este municipio ha marcado su historia: su elevación, que la hace controlar el espacio en muchos kilómetros hacia el Este y el Norte; su proximidad al rĆo; su abundancia en recursos naturales (agrĆcolas, ganaderos, mineros y pesqueros); y la cercanĆa a una zona minera, la de Aznalcóllar, hicieron posible que hace unos 4500 aƱos, en la Edad del Cobre, se dieran los primeros asentamientos humanos.
Aquà se asentó un poblamiento que constituye una de las ciudades mÔs antiguas de occidente, de la que se han encontrado numerosos restos de cabañas, zanjas, silos, pozos de agua y una buena cantidad de dólmenes.
Existió en este lugar posteriormente una villa romana, que luego fue alquerĆa o alcaria Ć”rabe. Durante la Edad Media, Valencina perteneció a la Familia de Los Ortices, creĆ”ndose entonces el tĆtulo de MarquĆ©s de Valencina. En sus manos estarĆ” la villa hasta la extinción de los SeƱorĆos.
Con la repartición tras la Reconquista, la mayor parte del término de Valencina pasa a ser patrimonio de familias nobles sevillanas hasta entrado el siglo XX .
A principios del siglo XX, la mayor parte del tĆ©rmino de Valencina se la repartĆan entre el MarquĆ©s de Casamendaro, propietarios de la Hacienda de Torrijos – tal vez la mĆ”s importante unidad territorial y económica del tĆ©rmino- y los Condes de Tilly, dueƱos entre otras de la Hacienda y Molino del mismo nombre – datable del siglo XVII, donde podemos encontrar formas mudĆ©jares, barrocas y neoclĆ”sicas-, que constituye el propio corazón del pueblo.
Pero se producen una serie de acontecimientos que cambiarĆ”n esta situación: la nobleza terrateniente pasa a ser sustituida por un nuevo patrono de enorme influencia sobre la sociedad local, Emilio Torres Reina āEl Bombitaā, torero que ya retirado pasó a ser propietario de casi la mitad del tĆ©rmino de Valencina.
Emilio Torres se convirtió en el mÔs poderoso patrón de Valencina, con un dominio casi absoluto de la sociedad local. Su actuación, junto con la menor representación de la pequeña y mediana propiedad, darÔ lugar a que se desarrollo en este pueblo un movimiento jornalero mucho mÔs fuerte que en el resto de los municipios de la comarca.
En las décadas de los 40 y de los 50 se produce el abandono y posterior venta a precio casi de saldo de las propiedades de Emilio Torres, lo que darÔ lugar por primera vez en la historia de Valencina, al surgimiento de un grupo relativamente numeroso de pequeños propietarios, asà como de algunos medianos, anteriormente pequeños agricultores, arrendatarios o colonos. Asà es como el latifundio desaparece de Valencina. Ahora, los mayores propietarios no sobrepasan las 250 hectÔreas.
La mayorĆa de estos nuevos propietarios, procedentes del cĆrculo de clientes y aliados de Emilio Torres, tenderĆ”n a mantener el sistema de relaciones socioeconómicas y de poder de la comunidad, pero el equilibrio de fuerzas existentes entre ellos impedirĆ” que ninguno pueda convertirse en el nuevo vĆ©rtice del sistema.
A partir de los aƱos 60, con el surgimiento de un nuevo sector de individuos socioeconómicamente en ascenso, no vinculados a la agricultura (pequeƱos y medianos industriales, autónomos, comerciantes, ā¦), se produce una progresiva sustitución del protagonismo de grupos de base agraria por estos nuevos grupos.
Por último, en los años se inicia un nuevo proceso que probablemente esté provocando nuevos cambios en la estructura socioeconómica de Valencina. Se trata de la expansión demogrÔfica provocada por la absorción de población procedente de la metrópolis.